Martina Acosta tiene su taller de costura en Posadas. Nacida en Paraguay, desde hace 30 años le da continuidad al oficio que abrazaron las mujeres de su familia materna, desde su tatarabuela en adelante. Por Sergio Alvez
Arroyos y Esteros es una ciudad ubicada a 67 kilómetros de Asunción, considerada la Capital Nacional del Azúcar Orgánica”, por ser la principal productora de caña dulce del Paraguay. Aquí nació hace 62 años, Martina Acosta, una modista que ininterrumpidamente desde hace 30 años se dedica a este tradicional oficio en su taller de la avenida Lavalle de Posadas.

Martina representa a la cuarta generación de mujeres modistas en su familia materna, una historia que arrancó con su tatarabuela y que hoy se extiende incluso hacia una quinta generación, ya que una de las hijas de Martina está dando sus primeros pasos en el rubro.
“Soy feliz con lo que hago, por eso me siento agradecida a este oficio”
“Crecimos entre telas, máquinas agujas y parches. Desde muy niña fui aprendiendo, mirando simplemente a mi madre y mi abuela. Más adelante ellas me fueron enseñando algunas técnicas para mejorar. Pero toda la vida me dediqué a esto” le cuenta Martina a Portal Misiones, desde su cálido taller, donde la fiel clientela se mantiene desde hace varios años.
“Con mi marido salimos de Paraguay en 1983 y nos instalamos en Posadas. Primero teníamos una casita de madera acá sobre Lavalle. Yo cosía con una máquina a pedal, para nosotros, y los vecinos pasaban y preguntaban. Así empezó todo” indica la mujer.
Recién en 1993, Martina decidió dedicarse de lleno al oficio de modista y afianzar su propio taller. “La clientela siempre vuelve. Tanto para arreglos como para confección, siempre hay trabajo, y lo más lindo es que todos son vecinos, nos conocemos y siempre estamos conversando” dice la modista.
En relación a los cambios que fue experimentando el oficio en sí mismo, Martina observa que “las máquinas fueron cambiando, ya casi no se usa la de pedal, ahora es eléctrico y en mi caso pude comprar una industrial, pero guardo mis máquinas antiguas de recuerdo. Y también las telas fueron ampliándose, antes casi todo era de algodón y ahora hay mucha más variedad”.
Así, orgullosamente Martina extiende el legado de sus antepasados, a través de un oficio que en su caso, además de ser una tradición familiar, es su sustento económico y lo que la mantiene enérgica cada día, para sentarse ante su máquina a costurar o elaborar vestimentas.