En diálogo con Portal Misiones, Enrique Bongers, presidente de la Asociación de Madereros y Afines del Alto Paraná (Amayadap), analizó el impacto de la guerra económica y comercial que enfrenta Brasil tras los nuevos aranceles impuestos por Estados Unidos. “Tenemos entendido que los productos de la forestoindustria de Brasil tienen 50% de aranceles. Esto hace que el sector maderero brasileño esté paralizado”, señaló.
El dirigente explicó que, ante esta situación, Argentina podría ocupar parte del espacio que Brasil dejaría vacante en el mercado internacional. “Como presidente de una cámara veo que podría ser bueno, ya que el sector forestoindustrial argentino podría atender las necesidades que Brasil le complica brindar. Recordemos que Argentina tiene un 10% de aranceles”, dijo Bongers. Incluso reveló que empresarios brasileños realizaron consultas sobre la posibilidad de instalar producción en Misiones, aunque aclaró que “por ahora son simplemente consultas”.
No obstante, la situación local dista de ser alentadora. Bongers advirtió que “el mercado interno cayó más de un 60%”, lo que genera una crisis profunda en la forestoindustria. “Estamos con el agua al cuello: empresas de Misiones comenzaron a despedir gente, paralizar personal y reducir horas de producción. Tres aserraderos ya están en crisis”, advirtió. Según datos de la Amayadap, el sector genera más de 4.000 empleos directos en la provincia.
El titular de la cámara también apuntó contra la presión impositiva y la falta de condiciones competitivas. “Necesitamos leyes tributarias y laborales que nos permitan competir. Hoy la carga impositiva es muy alta, los bancos y cooperativas trabajan con tasas elevadas, y eso asfixia al sector. Nos agarran brechas de seis meses con muy pocas ventas y sin alineación con las economías regionales”, lamentó.
Respecto al futuro inmediato, Bongers sostuvo que el principal motor de la industria sigue siendo la obra pública y que una reactivación podría traer alivio. “Ojalá se cumpla y tengamos un veranillo en la producción. Lo bueno de los aranceles a Brasil es que liberan un poco el mercado interno, donde el aserradero chico puede tener un respiro. Pero para que eso se sostenga, necesitamos políticas que realmente acompañen a la forestoindustria”, concluyó.
