El presidente argentino Javier Milei anunció que no asistirá a la próxima cumbre del G20, que se llevará a cabo del 22 al 23 de noviembre en Johannesburgo, Sudáfrica. En su lugar, el Gobierno enviará al canciller Pablo Quirno como representante oficial del país.
La decisión genera un gesto de alineamiento político con el expresidente de Estados Unidos Donald Trump, quien ya había anticipado que boicotearía esta edición del foro. Según medios argentinos, Milei decidió acompañar ese boicot como señal clara de afinidad con Washington.
Fuentes diplomáticas expresaron que la ausencia del mandatario puede interpretarse como una retirada de la política internacional multilateral de Argentina, y advirtieron que la presencia de la máxima autoridad en estos foros refuerza el posicionamiento del país ante socios tradicionales y emergentes.
En el interior del Ejecutivo argentino existen señales cruzadas: aunque el vínculo con Estados Unidos se estrecha, sectores de la Cancillería señalan la necesidad de mantener y diversificar alianzas, especialmente con mercados de África y Asia ante un contexto global más multipolar.
Con esta decisión, Argentina se suma a una tendencia de menor protagonismo presidencial en foros multilaterales, lo que podría tener implicancias diplomáticas y económicas en un momento en el que la globalización y los bloques de poder están en plena reconfiguración.
