Gabriela Büttner, profesora de inglés del Instituto de Enseñanza Agropecuaria N.º 8 Guatambú de Montecarlo, fue reconocida a nivel nacional al obtener el segundo puesto en la 5ª edición del premio “Docentes que Inspiran”, donde participaron más de 2.100 educadores de todo el país. En diálogo con Portal Misiones, la docente compartió cómo vivió la experiencia y cuáles son los desafíos actuales dentro del aula rural.
Büttner recordó que llegar a la terna final ya había sido un logro enorme: “Con el jurado que tuvimos fue difícil”, admitió entre risas. Tras el reconocimiento, asegura que su vida profesional comenzó a moverse nuevamente en una dirección renovada: “Mi libro comenzó a caminar otra vez por todo el país”, expresó emocionada. Para ella, el premio no es un cierre, sino un impulso: “Este es el primer paso para muchas cosas más”.
Uno de los aspectos más valorados por el jurado fue su trabajo en educación emocional, algo que, según cuenta, siempre incorporó con naturalidad: “Trabajar educación emocional dentro del aula para mí pasó desapercibido porque me resulta normal”. Aun así, destaca que conoce a muchos colegas que también merecerían estar entre los Docentes que Inspiran.
Büttner también reflexionó sobre las particularidades de enseñar en zona rural, donde la alfabetización digital se vuelve un desafío diario. “Cuando trabajo con tecnología en el aula, los chicos agarran el mouse inalámbrico y no saben usarlo”, relató. Por eso considera fundamental garantizar igualdad de oportunidades: “Hacer alfabetización digital es súper importante porque son herramientas para que los chicos estén en igualdad de condiciones”. Y agrega un mensaje esperanzador: “Ellos pueden seguir adelante, aunque falten recursos”.
Durante la entrevista, habló con brillo en los ojos al referirse a su labor docente y a su visión sobre el uso del celular en las escuelas. Aclara que no está en contra del dispositivo en sí, sino de su uso excesivo: “No estoy en contra del uso, estoy en contra del abuso del teléfono celular”. Sin embargo, reconoce las dificultades que implica regularlo: “En las escuelas no podés pedir que lo guarden porque inclusive hay padres que se enojan”.
Para Büttner, la dependencia del teléfono es un fenómeno extendido, pero no inevitable. “Si impulsás el razonamiento, aprenden sin celular, aunque se resistan”, explicó. También señaló que la sola presencia del dispositivo “ya promueve una distracción”. En ese sentido, valora que los alumnos puedan aburrirse, desconectarse y hacerse preguntas: “Está bien que los chicos se distraigan, que se aburran, que se pregunten ‘¿qué hago?’”. Ese tiempo, afirma, también enseña límites y favorece la construcción de vínculos reales: “Los vínculos de sentarse y hablar son súper importantes”.
